A medida que se conocen nuevos hechos sobre la vigilancia policial a la que fue sometido el imán de Ripoll hasta muy poco antes de los atentados de Barcelona y Cambrils, más claro queda que las fuerzas de seguridad del Estado tenían controlado hasta el último momento al cerebro de la matanza, en la que perecieron 17 personas –incluidos dos niños pequeños– y un centenar sufrieron graves heridas.



Así que muchas de esas víctimas, como el padre de Xavi –asesinado con sólo 3 años mientras paseaba por Las Ramblas–, se han indignado al descubrir ahora algo que se mantenía oculto en el secreto del sumario: la Policía Nacional acudió en tres ocasiones a la Comunidad Islámica Annour de Ripoll para interesarse por Abdelbaki Es Satty, el imán que estaba en esos momentos organizando el grupo de terroristas y fabricando el arsenal de explosivos que acabó estallando en Alcanar, falleciendo él mismo en la deflagración.



Y la indignación se ha extendido en numerosos ámbitos catalanes porque esa revelación se produce menos de una semana después de que la secretaria de Estado de Seguridad, Ana María Botella, evitase responder a las preguntas del