miércoles, 18 de noviembre de 2015
A más de dos meses de las elecciones del 27 de septiembre, Cataluña sigue con un gobierno en funciones, luego de que el Parlament rechazara por dos veces la investidura de Artur Mas. La falta de acuerdo de Junts pel Sí
y la CUP produce desazón entre las filas independentistas y
desconcierto en la población catalana que no entiende cómo es posible
que el bloque sea incapaz de gestionar una victoria. Los intercambios
entre las dos fuerzas soberanistas, habitualmente de guante blanco, se
van crispando según pasan los días sin que se materialice avenencia
alguna. Las fuerzas unionistas en Madrid y Barcelona atisban con
fruición la posibilidad de que el proceso descarrile y ellas puedan
concentrarse en lo que les importa, las elecciones del 20 de diciembre,
cosa que ahora es imposible porque los malditos catalanes no levantan la
incertidumbre y se empeñan en condicionar la política española con sus
indecisiones. El asunto puede encararse echando mano de varias
hipótesis:
Primera. La hipótesis florentina: los principales dirigentes
tienen el acuerdo cerrado y compromiso para hacerlo público quizá antes
del 20 de diciembre y, en todo caso, antes de 9 de enero, fecha en que,
de no haber investidura, serán obligadas nuevas elecciones. Ha sido
siempre la hipótesis favorita de Palinuro. Pero Palinuro no se fía de
nadie y menos del mismo Palinuro. La hipótesis florentina, sin ser del
todo falsa (hay un acuerdo, sin duda), no puede probarse al final por
falta de capacidad de los intervinientes en el último momento. Hay que
pasar a otro escenario, otra hipótesis.
Segunda. La hipótesis del bloqueo. Se agota el plazo sin acuerdo
porque las dos partes no pueden cortar el camino al desastre a que aboca
el juego del gallina. Ambos sostienen haber hecho concesiones al
límite. Ya no pueden hacer ninguna más porque perderían el respaldo de
sus seguidores, esto es, el de las clases medias el nacionalismo burgués
y el de sus bases asamblearias el radical. Esta hipótesis conduce a
otra.
Tercera. La hipótesis del miedo. Las respectivas concesiones se
terminan donde tropiezan con una exigencia que cada uno considera de
imposible cumplimiento y que, con cierta simplificación, se personifica
en la figura de Mas. Más es innegociable para Junts pel Sí igual que No-Mas lo es para la CUP. Cierto, hay otros factores, pero el de la persona del president
es decisivo. En teoría de juegos esta táctica es muy conocida: se
impone al otro una condición de imposible cumplimiento a los efectos de
culpar al incumplidor del fracaso y quedar impoluto ante los propios.
Suele darse cuando uno dice buscar un resultado que, en el fondo, no
quiere y al que tiene miedo, pero sin atreverse a decirlo. Es decir, en
realidad, el bloque tiene miedo a la independencia, miedo a la reacción
de España, miedo a lo que suceda el día después, miedo al riesgo y a la
tarea por delante. Por eso se culpa al otro.
Los intervinientes están jugando una partida de póquer y recurren al farol. Lo hizo Mas-Colell (No asfixiem el procés), pidiendo cerrar el grifo de las concesiones a la CUP e ir a elecciones en marzo. Lo aplaude un editorial de El País (Disidentes de Mas)
que, a la posibilidad de elecciones añade la de que CDC liquide ya el
proceso, reconozca el fracaso y se avenga a pactar con el Estado. Ese es
también el farol que se larga Francesc Homs al reconocer que tienen
mayoría para iniciar la desconexión, pero no para culminar el camino,
cosa que ya había advertido la CUP cuando afirmó con bastante sentido
común que no había mayoría para una DUI. Hasta el muy templado
Junqueras, a quien tengo por uno de los pilares del proceso, se dejó
llevar al farol y auguró que, de haber elecciones en marzo, aumentaría
el voto independentista. A gallo, gallo y medio. El diputado de la CUP,
Julià de Jodar, responde a Mas-Colell que no tragan más y que saldrán beneficiad@s de las tales elecciones anticipadas.
Puro bluff generalizado. Todos amenazan con unas elecciones que
nadie quiere porque bien puede ser que la gente, harta de la incapacidad
de pactar de los líderes, irritada al postergarse una decisión que daba
por hecha y frustrada de que sus dirigentes jueguen tan
irresponsablemente con las ilusiones del personal, les niegue el voto.
Que cambie la correlación de fuerzas en el Parlament y que el proceso
quede aplazado a las calendas griegas. Sin duda, así perderían el miedo a
tener que enfrentarse a la hostilidad y la represión del Estado y solo
tendrían que adaptarse mansamente a las represalias que se ejercerían.
Llegados a este punto sin salida en el que ninguna de las dos partes
quiere ceder, si pretenden seguir adelante con el proceso de la
independencia lo único que pueden hacer es echarlo a suertes. Echar a
suertes si cede la CUP y Mas es presidente o cede JxS y es otro. O
cualesquiera figuras intermedias. A primera vista quizá parezca una
demasía o una boutade pero no lo es tanto cuando se recuerda que en la
Grecia de Pericles, cuna de la democracia, muchas decisiones y
nombramientos se hacían por sorteo, un procedimiento tan impecable como
el consenso o más, pues es absolutamente objetivo.
Salvo que, en el fondo, prevalezca el miedo.
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