Esperanza Aguirre, mitad maruja, mitad marquesa, está escondida. Le han pillado con la contabilidad trucada. Ahora resulta que ella es tan mentirosa, por lo menos, como Zapatero.
La herencia recibida por Esperanza Aguirre de ella misma es el doble de lo que había declarado. Me refiero al agujero. No es muy importante, dicen en el PP. Soraya suplica, créanme, ya no hay más déficit escondido. Fe de carbonero.
Y mientras, envían a Eurppa un nuevo reporte del déficit, ahora hinchado por las cuentas de comunidades autónomas del PP. “Paro, despilfarro y corrupción” –¿se acuerdan del estribillo?, con la trama Gürtell al tran tran, esperando que salga las cuentas totales de la ignominia.
No hay precedente de caída libre tan rápida como la del Gobierno de Rajoy. El presidente parece un contador de desgracias en peregrinación por el mundo para que alguien le de una palmada en el hombro.
La Royal Navy persigue a la Guardia Civil del mar por las costas de Gibraltar, pero nuestro gobierno ha sacado pecho dejando a nuestra reina castigada sin ir al cumpleaños Her Majesty The Queen Elisabeth. Bueno, ¡menuda tropa en el palacio de Windsor¡
Con la experiencia que acumula Federico Trillo de la invasión de Perejil, los británicos deben estar temblando con el nuevo embajador de España, ya instalado en Londres.
El mito de la eficacia de Esperanza Aguirre se refuerza con la capacidad para esconder la mitad de su déficit. Con el Ayuntamiento de Madrid endeudado hasta que nuestros nietos sean abuelos y las finanzas de la capital en estado catatónico, bien pudiéramos decir que hablamos de Madrid. De la gran mentira del éxito de gestión del PP y del derrumbe de la imagen de España en el mundo. Para habar ganado las elecciones el 20 de noviembre del 2011, nadie podrá decir que el PP está haciendo lentamente su trabajo.
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