El árbitro Craig Thomson no quiso ver cómo Zapata amortiguó el balón con el brazo para que Boateng fusilara a Valdés en el primer gol
Craig Thompson no quiso ver las manos de Zapata en el primer gol del Milan.
/ FOTO: Manel Montilla - MD
Joan Poquí
|
Milan
21/02/2013 09:04
Otra vez San Siro, otra vez el
árbitro. Como el 20 de abril de 2010, de infausto recuerdo europeo para
el Barça. Aquel día Olegário Benquerença 'clasificó' con sus decisiones
al Inter de Milán de su amigo Mourinho para las semifinales de la
Champions.
Anoche, el colegiado no era portugués sino escocés y su influencia, sin ser tan descaradamente avasalladora como hace tres años, resultó decisiva por lo menos en el marcador.
Craig Thomson, como así llama el colegiado, pasó por alto las manos de Zapata que terminó costando el primer gol del Milan. Además, no quiso saber nada de un posible penalti de Mexes sobre Pedro en la segunda parte.
El planteamiento del Milan, una moderna y sofisticada versión del 'catenaccio', impedía que el equipo azulgrana encontrara líneas de pases en profundidad. Un bosque de piernas poblaban la zona ancha y el contacto era inevitable. En una de las faltas que sí pitó Craig Thomson llegó el tanto de la polémica.
El lanzamiento rebotó en Alba y el balón salió disparado hacia el área, donde se encontraba Zapata, que saltó con las manos hacia arriba amortiguando la pelota para que Boateng, que ayer estuvo en todas, fusilara a Valdés.
El error del árbitro se agrandó aún más cuando los jugadores azulgrana protestaron la acción. Inexplicablemente, Piqué vio la cartulina por protestar cuando simplemente se le acercaba. Ni le dio tiempo a preguntar nada ni a abrir la boca y ya fue sancionado con una amarilla, para morrocotuda sorpresa del central. Era el minuto 57 y el encuentro estaba condicionado.
Los jugadores del Barça se quejaron a la conclusión de que el árbitro no les dejó dialogar. Antes, el partido ofreció unas manos de Mexés dentro del área, pero la coartada del trencilla fue que el linier pitó un fuera de juego de Pedro.
Mostró amarilla por una 'no protesta' y también por una 'no falta' de Busquets. El de Badía rebañó un balón a Pazzini con exquisita maestría a un jugador del Milan, que se desplomó sobre el césped. Thomson fue muy permisivo con la ralentización del juego milanista. Los futbolistas caían y tardaban un mundo en levantarse.
En el tramo final, y con el Barça volcado sobre el Milan, llegó el más que probable penalti sobre Pedro. Centro desde la izquierda y cuando el canario iba a cabecear, Mexés despejó el balón arrollándole por detrás. El escocés se hizo el sueco y no quiso saber nada del asunto.
Anoche, el colegiado no era portugués sino escocés y su influencia, sin ser tan descaradamente avasalladora como hace tres años, resultó decisiva por lo menos en el marcador.
Craig Thomson, como así llama el colegiado, pasó por alto las manos de Zapata que terminó costando el primer gol del Milan. Además, no quiso saber nada de un posible penalti de Mexes sobre Pedro en la segunda parte.
El planteamiento del Milan, una moderna y sofisticada versión del 'catenaccio', impedía que el equipo azulgrana encontrara líneas de pases en profundidad. Un bosque de piernas poblaban la zona ancha y el contacto era inevitable. En una de las faltas que sí pitó Craig Thomson llegó el tanto de la polémica.
El lanzamiento rebotó en Alba y el balón salió disparado hacia el área, donde se encontraba Zapata, que saltó con las manos hacia arriba amortiguando la pelota para que Boateng, que ayer estuvo en todas, fusilara a Valdés.
El error del árbitro se agrandó aún más cuando los jugadores azulgrana protestaron la acción. Inexplicablemente, Piqué vio la cartulina por protestar cuando simplemente se le acercaba. Ni le dio tiempo a preguntar nada ni a abrir la boca y ya fue sancionado con una amarilla, para morrocotuda sorpresa del central. Era el minuto 57 y el encuentro estaba condicionado.
Los jugadores del Barça se quejaron a la conclusión de que el árbitro no les dejó dialogar. Antes, el partido ofreció unas manos de Mexés dentro del área, pero la coartada del trencilla fue que el linier pitó un fuera de juego de Pedro.
Mostró amarilla por una 'no protesta' y también por una 'no falta' de Busquets. El de Badía rebañó un balón a Pazzini con exquisita maestría a un jugador del Milan, que se desplomó sobre el césped. Thomson fue muy permisivo con la ralentización del juego milanista. Los futbolistas caían y tardaban un mundo en levantarse.
En el tramo final, y con el Barça volcado sobre el Milan, llegó el más que probable penalti sobre Pedro. Centro desde la izquierda y cuando el canario iba a cabecear, Mexés despejó el balón arrollándole por detrás. El escocés se hizo el sueco y no quiso saber nada del asunto.
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